martes, 22 de septiembre de 2009

¿Cuánto gastan los pobres en educar a sus hijos?


Por: Fundación ANtonio Restrepo Barco. Públicado por la Resvista Cambio.

El 97% de las familias encuestadas están por debajo de la línea de pobreza y de éstas un 75% están por debajo de la línea de miseria.
La educación es un bien “inferior” en las decisiones de consumo de estos hogares.

Con el objeto de explorar la incidencia de los gastos de las familias de extrema pobreza en la educación de sus hijos y de profundizar en torno a este fenómeno como causa de la deserción escolar, la Fundación Antonio Restrepo Barco realizó la investigación “Canasta Educativa”, basada en encuestas a familias pertenecientes al Sisbén 1 y residentes en zona urbana o rural de municipios de menos de cien mil habitantes.

Para esta investigación, publicada recientemente, la Fundación Restrepo Barco se sirvió de la evaluación de los impactos del Programa Familias en Acción, ejecutado por la Red de Apoyo Social (RAS) de la Presidencia de la República, con base en una muestra de seguimiento levantada en el segundo semestre del año 2003.

La Fundación Restrepo Barco investigó los llamados costos de bolsillo de las familias de niñas y niños de 7 a 17 años que asisten a las Instituciones Educativas. La muestra específica fue de 8.829 hogares distribuidos entre las zonas urbanas (50.7%) y rural (49.3%) de un total de 80 municipios de menos de 100.000 habitantes.

En cuanto a asistencia escolar, la investigación verificó que la tasa de asistencia es mayor para niñas que para niños, en ambas zonas, lo cual muestra una menor inversión en capital humano en niños que en niñas, fenómeno que, penosamente, guarda relación con la entrada más temprana al mundo del trabajo de los primeros. La tasa de asistencia escolar por edades arroja un 90% en el rango de 7 a 11 años, que corresponde a asistencia en primaria, siendo incluso mayores en zona rural que en zona urbana.

Entre las conclusiones obtenidas, sobresale el hecho de que a partir de los 12 años, la deserción escolar aumenta con la edad, llevando a tasas de asistencia escolar de sólo 48.9% para niños y niñas de 17 años; 53.3% en zona urbana y 45.1% en zona rural. Es decir, más de la mitad de los niños ha abandonado el sistema escolar a esta edad.

Se concluyó, igualmente, que a pesar de que los hogares en extrema pobreza entienden la importancia y el valor de la educación, no están dispuestos a invertir dinero de sus recursos económicos escasos en aumentar la asistencia escolar de sus hijos en la secundaria sino en una proporción muy marginal de sus ingresos incrementales. La situación en este punto es dramática: un aumento del 100% en el ingreso de los hogares pobres sólo conduciría, en zonas urbanas, a un incremento del 10.25% del gasto familiar destinado a la educación de sus hijos y, en zonas rurales, a un 7.95%.

Otras necesidades básicas como alimentos, vivienda y vestuario tienen una prioridad mayor. Además, como ha quedado demostrado, la falta de pertinencia del sistema educativo en el logro de una transformación efectiva de las eventuales y futuras condiciones laborales de los hijos, hace que los padres desestimen la vinculación educativa de niños y niñas.
El problema de abandono escolar para esta población en condiciones de extrema pobreza ya no es tan grave a nivel de primaria, donde las tasas de asistencia son altas y ya existe una oferta suficiente y accesible de cupos escolares, incluso en zonas rurales. El problema serio continúa siendo a nivel de educación secundaria, especialmente en zonas rurales por ausencia de oferta de cupos, pero principalmente en ambas zonas por los altos costos incrementales en que tienen que incurrir las familias para enviar sus hijos a la escuela y por los costos de oportunidad del tiempo de los estudiantes, que tienden a ingresar tempranamente al mercado de trabajo, especialmente después de los 14 años.

La educación en zonas urbanas Vs. Zonas rurales.
La influencia de la madre sobre la educación de sus hijos

Así mismo, “Canasta Educativa”, logra establecer que la madre, en los hogares pobres, tiene un papel más decisivo que el padre en materia de decisiones de educación de los hijos. Madres más educadas tienden a querer para sus hijos una mayor educación, cosa que no ocurre con los padres.

En lo concerniente a gastos en educación por zonas, los datos reportados se refieren únicamente a los hogares que envían sus hijos a escuelas públicas. Los rubros de gastos de mayor frecuencia, tanto en zona urbana como rural, son útiles escolares, matrícula anual y uniformes; adicionalmente en zona urbana es frecuente el gasto en fotocopias y en zona rural es también de alta frecuencia el gasto en alimentación fuera del hogar.

El gasto en útiles escolares es cerca del 76% más en zona urbana que en zona rural ($4141. vs. $3.347). En uniformes, el gasto promedio es de $6.636 en zona urbana y cerca de 7.3% más alto en zona rural. El gasto en textos representa un mayor porcentaje en zona urbana que en zona rural pero en ambas zonas es relativamente bajo. El gasto en transporte a la escuela sólo afecta al 5.6% de los estudiantes en zona urbana y al 7.6% en zona rural. Para muchos hogares hay imposibilidad de enviar a sus hijos a la escuela el día que no tienen para darles el transporte.

La investigación constató que la familia también gasta en alimentación de los niños por fuera del hogar. La incidencia de este gasto es de 36.8% en zona urbana y 60.7% en zona rural. La alta incidencia de este rubro en zona rural, puede convertirse tanto en un obstáculo a la asistencia escolar, como en factor de reducción del rendimiento escolar del niño.

Un factor importante que incide gravemente en la situación de las familias frente a la educación de sus hijos es el tamaño del hogar. Dentro de las familias analizadas, se concluyó que un hijo más en primaria aumenta en 23.5% el gasto en educación en la zona urbana y en 25.2% en la zona rural. Un hijo adicional en secundaria aumenta el gasto total en educación en un hogar pobre en un 60.4% para la zona urbana y en un 81.9% para la zona rural.

Las recomendaciones de la Fundación para superar este problema son:

El problema más complejo de resolver es que el gasto en educación es inelástico con respecto al ingreso familiar y tiende a caer como proporción del gasto (o ingreso) total del hogar frente a un aumento de los recursos familiares, al punto que si las familias tienen libertad para elegir en qué gastan los ingresos adicionales, no lo van a gastar en educación de sus hijos, sino en otras necesidades más apremiantes, como alimentación, vivienda o vestuario.

Por lo anterior, en Colombia debemos enfocar todos los esfuerzos para aumentar la inversión estatal en educación con recursos dirigidos al levantamiento gradual de los costos que se cargan a las familias del Sisben 1 como, por ejemplo, matrícula y pensión en algunos casos, y que explican, en cerca del 40%, el nivel de deserción o abandono escolar.

De esta forma, se garantizaría el cumplimiento de la gratuidad del sistema escolar y se daría mayor amplitud al derecho de acceso a la educación en consonancia con los tratados internacionales sobre este Derecho Fundamental debidamente ratificados por Colombia.

· Los esfuerzos del gobierno colombiano en lograr el acceso a la educación de niños y niñas en el país han sido audaces y muy positivos ya que se han logrado 734.000 nuevos cupos escolares en lo que va de la actual administración. Sin embargo, si los costos de atención estatal de un niño en preescolar, primaria y secundaría son, aproximadamente, de $900.000, el presupuesto adicional para incorporar a todos los niños y niñas que aún no están cubiertos por el sistema educativo colombiano –aproximadamente 1.1 millón- sería, estimativamente, de $ 990.000 millones de pesos, cifra que equivale a cerca de 0,47 del PIB.

· La anterior cifra hace referencia a un escenario ideal, pues supone la atención total por parte del Estado frente a aquellos que carecen de este derecho fundamental. Por ello, si se toma únicamente el 45% de estos niños, niñas y jóvenes que, de acuerdo con las encuestas, no asisten debido a los altos costos de la educación, a la ausencia de pertinencia del sistema escolar o por la necesidad de trabajar, la suma necesaria para atenderlos equivaldría a cerca de $ 400.000 millones para los tres niveles (preescolar, primaria y secundaria).

· La forma de gasto puede tener varias alternativas: o un aumento de la oferta oficial de la educación con una cuidadosa focalización o la entrega de subsidios directos a las familias, como lo plantea el programa Familias en Acción o el mismo Distrito Capital.
Fundación Antonio Restrepo Barco. ¿Cuánto gastan los pobres en educar a sus hijos? www.funrestrepobarco.org.co/documentos/Doc%20prensa.doc. Visitado el 22 de septiembre de 2009.

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