martes, 18 de agosto de 2009

El problema de la deserción escolar







POR: Luis Bernardo Flórez Enciso
Editor general de la revista de la Contraloria General de la Nación

La dimensión del problema

La deserción escolar, entendida como el abandono del sistema educativo antes de haber culminado el ciclo escolar, es un fracaso para el estudiante y para el país, pues contraviene los fines últimos del sistema educativo y tiene considerables efectos negativos sobre el desarrollo social, el buen uso de los recursos invertidos en el servicio educativo, la competitividad del país y la calificación de su capital humano.


Las cifras del año 2004 muestran que en Colombia solamente el 47% de los estudiantes que inician el ciclo completo de educación lo termina. De cada cien
matriculados, siete, en promedio, abandonan cada año la escuela. Sólo en ese
año abandonaron el servicio educativo 760.000 estudiantes, lo cual implicó
que el Estado y la sociedad perdieran, por causa de este fenómeno, más de
$680.000 millones invertidos.
En términos territoriales, las regiones más afectadas son los antes denominados
territorios nacionales y los departamentos más pobres del país.

En Guainía, Putumayo, Guaviare y Caquetá la tasa de deserción escolar es más que el doble del promedio nacional. Pero también, y esto es sorprendente, la deserción escolar en el Eje Cafetero supera en más del 40% el índice nacional. Así mismo, regiones favorecidas por la asignación de altos recursos de regalías, como Arauca, Casanare y Meta, tienen altos índices de desertores escolares. Sin duda, estos indicadores ameritan un estudio detallado y una pronta solución.

Para el análisis se han agrupado los factores asociados a la deserción escolar en tres grandes temas, aunque, claro está, ellos están interrelacionados.
El primero se refiere a la institucionalidad en la prestación del servicio educativo.
El segundo tiene que ver con los factores pedagógicos y propios de la docencia y El tercero se relaciona con el entorno social y económico.


El componente institucional



En relación con los aspectos institucionales hay que destacar el esfuerzo desplegado por el Ministerio de Educación y las autoridades educativas regionales, para avanzar en el cumplimiento del objetivo central dela política educativa cual es el aumento de cobertura, y celebramos que, en feliz coincidencia con el Foro sobre Educación, el Ministerio haya acabado de lanzar el programa “Ni uno menos”, que busca atacar el problema de la deserción escolar.

Pero es también necesario señalar que no se les ha asignado la suficiente importancia a temas tales como la equidad, la calidad y el mejoramiento de la eficiencia interna, entendida como el aumento de los niveles de aprobación y la consecuente reducción de la reprobación y la deserción.

Si bien a partir de Ley 715 de 2001 ha habido significativos incrementos en cobertura, se han descuidado las regiones y los sectores más pobres, en donde se registran los mayores niveles de deserción. Cabe observar que, según el DANE, la inasistencia a la escuela de la población entre cinco y 17 años se explicó en un

40% en 2003 por falta de dinero. La creación de nuevos cupos en el sector oficial no se compadece con la falta de una respuesta integral a la problemática de la deserción. Aunque se han hecho diversos esfuerzos en materia de normatividad, los programas, como los de gratuidad del servicio educativo y subsidios monetarios se han desarrollado de manera aislada y parcial y sin constituir aún una política pública nacional de educación.

En cuanto a los recursos asignados al sector, según el Anexo de Gasto Social del Presupuesto General de la Nación, su participación pasó de 4,4% a 4,9% del PIB, entre 2001 y 2004. Estos recursos, aunque importantes, son insuficientes si se tiene en cuenta que la mayor parte del gasto realizado en educación básica y media se destina a los costos fijos de personal, es decir, el margen para inversión es limitado, lo cual dificulta la dotación adecuada de las instituciones educativas.

Más aun, si se tiene en cuenta la muy baja ejecución de los recursos procedentes de la Ley 21, al constatarse el precario avance de los proyectos aprobados en el último par de años.

Otro aspecto institucional por resaltar se refiere a la infraestructura educativa, entendida como los insumos que contribuyen a la adquisición de habilidades de aprendizaje. Factores tales como la disponibilidad de textos y la provisión de infraestructura básica, edificaciones, laboratorios, bibliotecas, áreas deportivas y hasta cosas tan elementales como los pupitres, tienen una alta correlación con el rendimiento y, por supuesto, con los niveles de deserción.

Así pues, propender por asegurar instrumentos de desarrollo y formación integral mediante bibliotecas, escenarios culturales y deportivos, materiales didácticos y herramientas tecnológicas para el manejo de la información es indispensable y demanda mayores niveles de inversión en educación.

Por otro lado, la escuela es el lugar indicado para atender las necesidades de los niños. En este sentido, la atención personalizada es un factor fundamental.
Sin embargo, las medidas relacionadas con la “mejor utilización de la capacidad instalada” y con la “racionalización de la planta docente” hay que examinarlas con mucho cuidado, para no desvirtuar ese objetivo.

Un efecto adicional de la racionalización establecida en decreto como el 3020 de 2002, es la limitación de las instituciones educativas para contar con los docentes necesarios para un proceso educativo integral.

En general, se afectan áreas como la educación física, las artes y la enseñanza de otros idiomas, lo que incide negativamente sobre la calidad de la educación y resta incentivos a la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo.

En la perspectiva de la descentralización, en los procesos auditores de la Contraloría General de la República a los recursos del Sistema General de Participaciones se ha constatado que la mayoría de los 42 municipios certificados por efectos de la Ley 715 de 2001 tiene limitada capacidad institucional y fiscal para asumir el servicio educativo.
Ello dificulta, claro está, el desempeño de las entidades territoriales para dar cumplimiento a las responsabilidades del Estado en materia de educación, que no se restringen sólo al aumento de coberturas.

Los factores endógenos

Aspecto fundamental del proceso educativo es el educador, quien asume la responsabilidad de ser transmisor y creador de valores culturales, homogeneizador del lenguaje y constructor de relaciones y redes sociales. En relación con la deserción escolar, el papel del docente es fundamental, toda vez que puede influir sobre la decisión de los estudiantes, e incluso de los padres de familia, más aun si se tiene en cuenta que –según la encuesta del DANE– el desinterés explica el 21% de las razones por las cuales los niños y los adolescentes abandonan la escuela.

Además de las obligaciones impuestas por la estandarización de currículos, la actividad de los maestros debe incluir aspectos como la formación integral de los estudiantes y los incentivos para su permanencia en el sistema, lo que requiere grandes esfuerzos de coordinación, diálogo, trabajo en equipo y ayuda mutua.

Al enfrentar estos fenómenos hay que evitar que la actitud del maestro o la política de la institución educativa generen niveles internos de discriminación o segregación que mellen la autoestima de los estudiantes y afecten su rendimiento académico e incluso social.

La permanencia del niño y del adolescente, en el sistema educativo depende, en buena medida, de la dimensión pedagógica y el interés de los docentes para desarrollar las capacidades y habilidades de cada uno de sus alumnos.

Un factor relacionado con la escuela, y que incide sobre la deserción, es el patrón de medida utilizado para la evaluación. Ello limita la responsabilidad de la educación a aspectos medibles y estandarizables como son los cognoscitivos, memorísticos y técnicos, pero deja de lado los complejos factores sociales y de valores en la formación de los estudiantes.

En consecuencia, la prioridad a la formación integral de los formadores, la actualización de los modelos pedagógicos, la promoción de proyectos educativos institucionales y la activa participación de la comunidad son temas esenciales que habría que analizar.

Los factores del entorno social y económico

Sin duda alguna, entre los factores que más inciden en la deserción escolar se encuentran los relativos al entorno económico y social en Colombia.
Tanto en 1997 como en 2003, como ya se anotó, la principal razón de inasistencia a la escuela de la población en edad escolar fue la falta de dinero de su hogar.
Otra razón importante fue la necesidad de trabajar, lo que se explica por la situación de pobreza de los grupos de menores ingresos.

De hecho, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, la deserción escolar femenina en 2000 se explica en un 56% por razones económicas.
Otra evidencia se encuentra en el crecimiento de la relación entre la tasa global de participación y la tasa de deserción, lo que indica que cada vez más personas de escasos recursos económicos se ven obligadas a abandonar sus estudios para ingresar al mercado laboral.

En Colombia, según el DANE, se observa que en el
año 2003, de 1,2 millones de niños trabajadores, el 38% de ellos en edad escolar, no asiste a ningún centro educativo y que más del 5% enfrenta el mercado laboral en condiciones de analfabetismo.

Así, el trabajo en edad escolar está estrechamente ligado con el bajo nivel de ingresos de los hogares, de tal forma que los niños y los adolescentes tienen que destinar gran parte de su tiempo a realizar actividades por fuera de la escuela, lo que, al final, se traduce en su bajo rendimiento y en su deserción escolar.

Cabría agregar que el desplazamiento forzado, que en Colombia ha tomado características endémicas, afecta de manera directa los indicadores de deserción.
Es claro que si miles y miles de familias se ven obligadas por causa de la violencia a abandonar sus terruños, la deserción escolar es automática y nada garantiza que los nuevos sitios a los que se desplazan garanticen los cupos escolares requeridos.

Por la construcción de una Agenda Ciudadana

Las tareas y responsabilidades que tenemos que asumir son inmensas, a la luz de los problemas expuestos.

No basta con asegurar una política efectiva y eficaz del Estado para resolver el tema de la deserción escolar que le impide a casi cinco millones de niños y adolescentes cumplir su ciclo educativo completo. Es claro que es esencial que el Estado y sus autoridades nacionales y regionales adopten las estrategias requeridas para ese fin.

Pero también es necesario que toda la sociedad –las familias, las organizaciones sociales, los docentes y las instituciones educativas– se comprometan con dicho objetivo prioritario.

Flórez Enciso, Luis Bernardo. El problema de la deserción escolar. Tomado del URL: http://www.contraloriagen.gov.co/html/RevistaEC/pdfs/311_1_Editorial.pdf. Visitado el 11de agosto de 2009)

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